Sinfonía primaveral
Sinfonía primaveral en el valle del Guadalope. Concierto de aromas y colores. Murmullo monótono del agua. Eclosión de verdes y amarillos en un paisaje de ensueño. Silencio matinal en el camino que serpentea y asciende hasta una de las fuentes más conocidas de Aliaga: la Cedrilla. Desde allí se atisban los manzanos con su flor rosácea, los sembrados de cereal reverdecido, las montañas impasibles y la silueta inconfundible del castillo casi desmoronado.
La primavera llega siempre rezagada a esta comarca de las Cuencas Mineras, muy cercana al Maestrazgo turolense. Este año ha llegado con lluvia, con un agua generosa que empapa cada tarde la tierra sedienta y transforma el color amarronado en un verde inusual. Desde Sollavientos hasta Caspe, el Guadalope se convierte en testigo de la historia cotidiana de estas tierras aragonesas, castigadas año tras año por un inclemente clima invernal y heridas de soledad y abandono. Sus orillas se engalanan con la presencia inmutable de los chopos centenarios, de la hierba fugaz, de las acequias cantarinas.
Año tras año, el río renace con la primavera, las huertas vuelven a mostrar su mejor imagen y los amantes de la naturaleza pasean por sus riberas, contemplan el horizonte de montañas que flanquean un caserío silencioso, apiñado entre la montaña y el río, teñido de rojo y de blanco. Mientras tanto, en esta mañana soleada, uno se embebe de luz, se hace eco de los sonidos armoniosos de la naturaleza, disfruta de sus aromas y bucea en la soledad lejos de los agobios urbanos y del panorama grisáceo de las calles y avenidas.
(Encontrado en josemarco.blogia.com el 6-5-2.011)
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