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Aliaga en la red

FUENTES

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     Cuando se tiene sed, nada hay más placentero que beber agua directamente de una fuente o de un manantial. Es como comer un pan recién horneado o saborear una fruta recién cogida del árbol. Todo ello, a pesar de las prevenciones y de los avisos de los precavidos dirigentes sanitarios. Muy cerca del puerto de San Just, en la carretera de Teruel a Alcañiz, está la famosa fuente del Vaso. Es un lugar de parada obligada para muchos viajeros que aprovechan para llenar sus garrafas de agua, haciendo caso omiso del cartel que indica que es agua no potable. Tendrían que indicar que es agua no tratada. Cada cosa por su nombre.

     En el término municipal de Aliaga hay varias fuentes y manantiales. Debido a su orografía y a su singular situación geográfica, este pueblo turolense está rodeado de norte a sur de diversas fuentes, todas ellas con su nombre y su peculiaridad. Si llegamos al pueblo desde Teruel o Zaragoza, poco antes de llegar al barrio de Santa Bárbara, se encuentra en una pequeña cueva, al borde de la carretera, la fuente de la Canaleta. Un lugar fresco, agradable y recoleto. Poco antes de llegar a Aliaga, está la fuente de la Porra, un pequeño manantial castigado últimamente por la sequía y el estiaje. Si tomamos la carretera de Miravete, siguiendo el cauce del río Guadalope, dejamos a la izquierda, después de cruzar el río, una de las fuentes más emblemáticas de Aliaga, la de la Cedrilla, siempre con su pequeño chorro de agua fresca, a pesar de la sequía que estamos padeciendo. Poco más adelante está la fuente de los Baños, con su correspondiente abrevadero para el ganado de las masadas más cercanas. En el mismo pueblo, muy cerca de la ermita, el merendero y el cámping, está la fuente de la Virgen, que está tomada de la red de suministro de agua a la población. Y hacia el oeste, en la parte alta de Aliaga, muy cerca de las antiguas escuelas, se encuentra la fuente de Capileta, casi siempre seca, adonde acudíamos a refrescarnos en los recreos de nuestros tiempos de escolares. Y ya un poco más lejos, tomando un camino a la izquierda desde la carretera de la Aldehuela, se esconde una de las fuentes más escondidas y desconocidas, la fuente del Molar, con un agua de excelentes propiedades medicinales.

     Siempre que vuelvo a mi pueblo natal, me gusta visitar todos estos lugares y saborear sus cristalinas aguas. Son pequeños oasis que tal vez las jóvenes generaciones ni siquiera conozcan. Son rincones en los que hemos disfrutado de meriendas con los amigos, de encuentros vespertinos o de avituallamientos durante una larga travesía. A veces me pregunto qué sería de Aliaga sin sus fuentes. Para mí siguen siendo una de sus señas de identidad.

(Encontrado en josemarco.blogia.com el 30-7-2.012)

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